sábado, 28 de enero de 2012

Gritar, llorar y romperlo todo. Desaparecer...

Morir en un estallido de cristales 
por un tempo demasiado rápido
o una  claridad interrumpida.

Y gritar, gritar, GRITAR y morir de nuevo
pero esta vez no de dolor,
sino de deseo.

Sin un soporte en el que desangrarte, llorar
y ahogarte en tus propias lagunas
 de silencio.

Desaparecer como la espuma de las olas,
chocar contra las rocas,
y repetir ese estallido, ese grito, ese tormento,
una y otra vez...
                 
Cada momento.

Como me gusta llamarlo, y no amor.

Levántate en este mundo de barro.
Su sabor es como el de allí pero...
No es igual]



Huye,
 a esas horas oscuras, como me gusta llamarlas.
Oscuras como tus miedos, como lo que crees que soy.
Oscuras como la noche, como la voz de los miserables o
 la música de los muertos,
que cantan como si estuvieran vivos.




Soledad sobre un círculo dantesco.
Que se reduce, y siempre se pudre
en la Oscuridad.