por un tempo demasiado rápido
o una claridad interrumpida.
Y gritar, gritar, GRITAR y morir de nuevo
pero esta vez no de dolor,
sino de deseo.
Sin un soporte en el que desangrarte, llorar
y ahogarte en tus propias lagunas
de silencio.
Desaparecer como la espuma de las olas,
chocar contra las rocas,
y repetir ese estallido, ese grito, ese tormento,
una y otra vez...
Cada momento.